Esa misma tarde, despues del trabajo, habíamos quedado para ir a jugar al Stiptrivial que como siempre terminaria en una provechosa Orgía que nos serviria para acatar la ley antes mencionada. La verdad, me estaba hartando tanto stress diario y solo pensaba en montañas y árboles, puro placer onanista, el cual nos estaba prohibido en esa ciudad.
La semana siguente se celebraba en la ciudad la Fiesta de las Bolas. 3 dias festivos para conmemorar la victoria electoral de la Pornocracia en la ciudad. Pensé que sería una buena fecha para intentar mi huida. Los pirineos eran mi objetivo. Tenía entendido que todo era paz y tranquilidad y que el sexo no tenía sentido cuando te veías immerso entre enormes montes y majestuosos bosques. Pero mi plan debería pasar inadvertido hasta el momento de mi escapada. Por ahora tenía que realizar mi correspondiente penepastel y llevarlo a la central de pasteles, para realizar en la Plaza Condonluña la gran lucha de pasteles, donde acabaría lamiendo los cuerpos desnudos; tetas, culos, coños pringados de nata y chocolate de todas las allí reunidas, para terminar, como era de costumbre recibiendo una macrofelación. Todo era alegria e impaciencia en esos dias, las chicas iban en grupo normalmente luciendo unos nuevos y muy eróticos conjuntos y los chicos preparaban sus músculos y afeitaban sus cuerpos para la noche de la gran corrida.
Como era costumbre, en esas fechas, los padrinos y madrinas le entregaban a sus ahijados el "Iniciante", que tenían que estrenar en el momento de la entrega y debían emitir el gemido de agradecimiento antes de poder seguir con la jornada festiva. Despues de la entrega del Iniciante se realizaba la cena de calentamiento, durante ésta los comensales debían decir pornudeces y toquetear al que se le antojara. Una vez cenados y calentados, nos dirigíríamos a las grandes vertebras de la ciudad, donde por fin, se celebraría la Gran Bolada: camiones y camiones repletos de bolas, pasando en caravana, donde debías entrar a uno al azar, y sin ver nada, realizar el acto sexual tantas veces como pudieras con cuantas más y diferentes personas mejor. Ese era el gran día de nuestro sistema político. Ése era el día, en el que tendría el coche preparado, justo a las afueras, para disimular mi escapada, y aprovechando la ventaja que me diera el camión y tras 3 polvos con 3 morenas y 2 rubias, bajaría y me largaría al fin de ése descomunal mundo, para llegar finalmente a los pirineos, tierra de nadie, donde, al fin, pudiera escribir libremente este relato sin estar sometido a una succión de pene como era costumbre en mi ciudad cuando realizas actividades intelectuales.