19 octubre 2007

Turismo de aventura.

Era el domingo pasado, un día taciturno tras un par de días de absurdo mal rollo, de esos días que desearías ser feto y que todo pase pronto, nos levantamos con ganas de matar la energía negativa que nos tenía abrazados, entonces a ella se le ocurrió: "Vamos a ver la Sagrada Familia"

Hasta ahí, todo dentro de cierta normalidad. La verdad es que muchos de los que vivimos en Barcelona pecamos de una cosa y es no haber hecho turismo jamás en tu propia ciudad. Ni museos, ni arquitectura, ni edificios, ni calles... sobretodo los que no hicimos urbanismo o historia del arte. Esa espinita clavada hay que empezar que quitársela, y así empezamos.

Una vez llegamos al gran monumento, el templo de la psiquedelia y la locura edificada, un exponente más de la escultura a gran escala que de la arquitectura, nos esperaba por primera vez en nuestras vidas. Desde fuera mil veces vista, para nosotros, de esas cosas que apenas ni miras cuando caminas alrededor, nos esperaba esta vez para ver sus entrañas. Mi exasperación crecía a cada momento pensando en la posibilidad de tener que pagar 11€ que irían directamente al cepillo de la Iglesia, cosa que para mí, es inaceptable. De pronto llegó la mejor idea posible: Turismo de aventura. Teníamos que entrar como fuese, pero burlando el episodio del pago, es decir, colarnos a toda costa. Fue tan fácil que no puedo dejar de explicarlo por si creeis como yo que la cultura no debe ser para ricos y podemos hacer accesible para todos.

El pasadizo es el siguiente:
Por la entrada principal del templo, no por la parte de detrás, que es donde cobran, donde indico en el mapa, está la tienda de souvenirs por donde te hacen pasar si quieres salir por delante. Muy Port Aventura... que cada uno saque sus conclusiones. Sólo hay que entrar disimuladamente a la tienda de souvenirs, como rebobinando. Es curioso que retorcida es la mente humana de no darse cuenta de este hecho. Si podéis hablar al revés, ya si que será total. Ahí hay una puerta de apertura automática, la cual sólo tenéis que esperar que se abra, para, reculando de nuevo, estar dentro sin darte cuenta de la Sagrada Familia.

Allí dentro podréis ver maravillas como estas:


¿Qué?¿Impresionados? Es preciosa... es como... una obra... Sí, la verdad os digo que al salir sólo me quedó un pensamiento en la cabeza: ¡Pero qué gilipollas pagaría para ver una obra! Hombre, algunos viejos de mi barrio, aún se lo pensarían... pero desde luego que yo NO. Así que ya sabéis cómo podéis entrar. Eso sí, lo interesante está abajo, el museo, ¿lo demás? creo que podré esperar hasta el 2025 para verlo amueblado. Por ahora, que no os timen más, y que Dios les ayude, que yo no llevo suelto...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ay...si me hubierais consultado...
yo tb pequé d primo en su día!
ah, y q sepas q esta es una respuesta intuitiva, pq me niego a leer todo eso!jajaja!

PorKu dijo...

Pues has intuido mal... porque nosotros no hemos sido tan primos! Jeje