Me dieron caza de buena mañana. No me dio tiempo a abrir la puerta cuando los
G.M.D. rompieron las ventanas y me apresaron. No sabia que éran tan rapidos y letales. ¡Solo había fallado la noche anterior! Estaba tan cansado del trabajo que me quedé dormido en el sofá sin poder cumplir la obligación diaria que desde hacía años se había impuesto, y por la mañana me vi encerrado en el cuartel de los
Guardianes de la Masturbación Diaria. Segun la Ley de Autocomplacencia 15/2035 todo ciudadado de
Sexalona, regido por
Pornocracia autoritaria, debía practicar sexo cada día de forma multipersonal o unipersonal. Si incumplías esa ley, eras procesado en jucio rápido que normalmente desemboría en una penalización de
37,500 Peseuros y la obligatoriedad de donar tu siguiente eyaculacion al
Banco Semental (en caso masculino). Éste fue mi caso. Ésa mañana, tras haber estado recluido en el cuartel
G.M.D. fui directamente conducido al
Senado,

presidido por
4 juezas que dictaminan su veredicto siguiendo la
vibración de sus enormes pechos. En mi juicio, 6 de los 8 pechos vibraron en positivo y por lo tanto tuve que acatar la multa establecida y masturbarme en la sala donando,
ipso facto, mi eyaculación, que recogieron con sumo cuidado los funcionarios encargados. Salí de allí pitando, porque llegaba tarde a mi trabajo. Tenía que empaquetar ese mismo día
200 películas de estreno, entre las cuales se encontraban superéxitos tales como
Eduardo ManosPollas,
Hermanas de Leche o el film que competiría al año siguiente en los
premios Concha, la galardonada
Bailando con Zorras. Era un trabajo monótono, pero definitivamente, me permitía vivir bien, y tal y como estaban las cosas no podia pedir más.
Esa misma tarde, despues del trabajo, habíamos quedado para ir a jugar al
Stiptrivial que como siempre terminaria en una provechosa Orgía que nos serviria para acatar la ley antes mencionada. La verdad, me estaba hartando tanto stress diario y solo pensaba en montañas y árboles,
puro placer onanista, el cual nos estaba prohibido en esa ciudad.
La semana siguente se celebraba en la ciudad la
Fiesta de las Bolas. 3 dias festivos para conmemorar la victoria electoral de la
Pornocracia en la ciudad. Pensé que sería una buena fecha para intentar mi huida. Los
pirineos eran mi objetivo. Tenía entendido que todo era paz y tranquilidad y que el sexo no tenía sentido cuando te veías immerso entre enormes
montes y majestuosos
bosques. Pero mi plan debería pasar inadvertido hasta el momento de mi escapada.

Por ahora tenía que realizar mi correspondiente
penepastel y llevarlo a la central de pasteles, para realizar en la
Plaza Condonluña la gran lucha de pasteles, donde acabaría
lamiendo los cuerpos desnudos; tetas, culos, coños pringados de nata y chocolate de todas las allí reunidas, para terminar, como era de costumbre recibiendo una
macrofelación. Todo era alegria e impaciencia en esos dias, las chicas iban en grupo normalmente luciendo unos nuevos y muy eróticos conjuntos y los chicos preparaban sus músculos y afeitaban sus cuerpos para la noche de
la gran corrida.
Como era costumbre, en esas fechas, los padrinos y madrinas le entregaban a sus ahijados el "
Iniciante", que tenían que estrenar en el momento de la entrega y debían emitir el gemido de agradecimiento antes de poder seguir con la jornada festiva. Despues de la entrega del
Iniciante se realizaba la
cena de calentamiento, durante ésta los comensales debían decir
pornudeces y toquetear al que se le antojara. Una vez cenados y calentados, nos dirigíríamos a las grandes vertebras de la ciudad, donde por fin, se celebraría la
Gran Bolada:

camiones y camiones repletos de bolas, pasando en caravana, donde debías entrar a uno al azar, y sin ver nada, realizar el acto sexual tantas veces como pudieras con cuantas más y diferentes personas mejor. Ese era el gran día de nuestro sistema político. Ése era el día, en el que tendría el coche preparado, justo a las afueras, para disimular mi escapada, y aprovechando la ventaja que me diera el camión y
tras 3 polvos con 3 morenas y 2 rubias, bajaría y me largaría al fin de ése descomunal mundo, para llegar finalmente
a los pirineos, tierra de nadie, donde, al fin, pudiera escribir libremente este relato sin estar sometido a una
succión de pene como era costumbre en mi ciudad cuando realizas actividades intelectuales.